14 abril 2006

El joyero y el zafiro...

Había una vez, en una ciudad, una joyería. No era nada espectacular, muy antigua y pequeñita, con una puerta de madera y una ventana por la que entraban oleadas de luz. Era junto a esa ventana donde siempre estaba sentado el viejo joyero frente a su mesa. Amaba su trabajo y cuidaba cada detalle de sus obras.
Un día le llevaron un pequeño zafiro para que lo engarzara como mejor le pareciera. Al principio apenas miró la gema, le pareció una talla simple y discreta que podría cuadrar en cualquier joya. Sin embargo, al examinarla más de cerca, se dio cuenta de que lo que le pareció una talla sencilla era en verdad una trama increíblemente complicada. El zafiro reflejaba la luz de modos muy distintos según desde dónde lo observara. Las impurezas que poseía y que lo hacían único hacían que a veces apareciera opaco, sin brillo, mientras que desde otro ángulo su centelleo resultaba deslumbrador.
Poco a poco el anciano joyero empezó a obsesionarse. Sabía que en el interior de la piedra se escondía una belleza inigualable, pero era incapaz de sacarla a relucir. Pasaba días y noches buscando el modo de realzar ese esplendor, buscando la gema adecuada para hacerle compañía, pero ninguna le satisfacía.
Así pasaron semanas, hasta que un día la desesperación hizo presa del joyero y dio un tremendo golpe sobre la mesa. Quiso la casualidad que ese día hubiera dejado la ventana abierta, y con el golpe el zafiro rodó y cayó al exterior. Enmudecido por el horror, el anciano corrió hacia la calle para buscar su preciada joya, temeroso de que algo hubiera podido sucederle. La gema habíase partido en dos. Presa del pánico, recogió los dos fragmentos y los depositó de nuevo sobre la mesa. El corazón del joyero se detuvo. Frente a él, el zafiro partido brillaba como nunca antes había visto brillar gema alguna. Fue entonces cuando comprendió que su error fue intentar encontrar el compañero ideal para aquella piedra dejándola intacta, cuando lo que debía hacer era romperla para así sacar lo mejor de ella.

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